Plantas que no florecen: los silencios emocionales en Vetmia
A veces escribo escenas que parecen simples.
Cotidianas.
Pequeñas.
Pero con el tiempo —o con la lectura atenta— revelan una carga emocional que ni yo mismo noté al principio.
En Vetmia, hay una conversación breve, incluso trivial a primera vista, en la que dos personajes hablan de plantas.
Sí. Helechos, aglaonemas, drácenas, aloes…
Una escena que en otro contexto parecería una pausa en medio del caos emocional del libro.
Pero cuando la releí, tiempo después de haberla escrito, noté algo.
Esa conversación no es sobre plantas.
Es sobre lo que no crece, lo que no echa raíces, lo que se marchita cuando no hay presencia.
“Es difícil para mí amarte cuando no estás cerca”
Esa es la frase que aparece justo después de enumerar nombres de plantas.
Y de repente, toda la escena cobra otro sentido.
Ya no es una charla ligera.
Es una confesión disfrazada de botánica.
El helecho representa lo que necesita sombra, humedad y cuidado constante.
La aglaonema, conocida por sobrevivir sin mucha luz, sugiere resistencia… pero no sin costo.
La drácena crece vertical, como quien se aleja.
El aloe… bueno, todos sabemos que el aloe cura, pero también pincha.
No es casualidad.
La metáfora del vínculo emocional
Lo que esa escena dice sin decir es esto:
el amor también se riega.
También se descuida.
Y a veces, aunque parezca vivo… ya está seco por dentro.
Ella lo dice claramente:
“Olvido cómo hueles, cómo te sientes.”
No es una frase romántica.
Es una sentencia.
Una forma de decir: me estás dejando sola incluso cuando estás aquí.
Y yo, al escribirlo, no sabía si estaba hablando por ella… o por mí.
¿Por qué plantas?
Porque las plantas, a diferencia de nosotros, no disimulan.
Si no las cuidas, se nota.
Si las ignoras, se caen.
Si les das lo justo, sobreviven.
Pero rara vez florecen con descuido.
Y a veces, así son nuestras relaciones.
Aparentemente vivas.
Pero sin florecer.
No sé si alguien más lo notó, pero ahí está.
Entre helechos y drácenas…
una ruptura en proceso.
Una soledad verde.
Tal vez la próxima vez que veas una planta en tus manos, te preguntes:
¿Estoy regando esto…
o solo lo estoy dejando estar?
Comments are closed