De Nihil a Bethlem: el descenso de John Doe (y quizá el mío)

Hay algo en Vetmia que nunca mencioné abiertamente…
pero que está ahí, escondido, como muchas cosas en mis libros.

Algo que incluso a mí me inquieta un poco.

Cuando empecé a escribir esta segunda parte, pensé mucho en los lugares desde donde John Doe escribiría sus cartas.

Y no hablo solo de coordenadas físicas, sino de lugares emocionales.

De estados internos.
De paisajes mentales.

Así que decidí que las primeras cartas estuvieran firmadas desde un sitio llamado Nihil.
Nihil, en latín, significa nada.

John Doe —ese “nadie”— escribiendo desde la nada.
Desde el punto cero del dolor.
Desde ese silencio abrumador en el que aún no sabes si estás triste… o simplemente vacío.

Pero con el paso de las páginas, ese silencio se rompe.
Las cartas ya no vienen de Nihil.
Ahora están firmadas desde Bethlem.

Sí, el hospital. Bethlem Royal Hospital, también conocido como Bedlam, el primer hospital psiquiátrico de la historia.
Un lugar real. Un símbolo también.
El sitio donde la soledad y el delirio dejan de ser invisibles.

¿Por qué hice ese cambio?

Porque para mí, Nihil y Bethlem no son solo lugares.
Son dos fases del colapso emocional.

Nihil es la negación, el entumecimiento, el “no pasa nada”.

Bethlem es el desborde, el grito, la habitación sin ventanas.

Yo mismo he pasado por esos sitios —aunque no físicamente—
y sé que muchos también.
Primero te acostumbras a no sentir.
Y luego, cuando ya no puedes contenerlo, todo explota dentro.

En Vetmia, ese tránsito ocurre sin aviso.
De repente estás en Bethlem, y no sabes cómo llegaste ahí.
Pero las cartas… las cartas lo sabían desde el principio.

En retrospectiva, hay algo escalofriantemente simbólico en ese recorrido.

John Doe empieza escribiendo desde Nihil y termina escribiéndole a Folie, la locura misma.
Y si has girado el libro y leído esas cartas de cabeza… sabes que no son las mismas.
Cambian. Oscurecen. Se hunden.

Vetmia no es solo un libro.
Es una especie de mapa.
Un descenso.
Un espejo invertido de la mente cuando ya no hay más espacio para huir.

Y yo solo puedo decir que escribí lo que sentía…
aunque a veces, ni siquiera yo entiendo del todo lo que sentí.

¿Te diste cuenta de ese detalle al leerlo?
¿Notaste el cambio de dirección?
¿De la nada al hospital?

Si no…
Tal vez sea momento de volver a leer.
O de mirar dentro.

Empieza en Nihil.
Termina en Bethlem.
Y quizás, en algún lugar… también estés tú.

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